Todo empezó con una revelación
En el año 2017 estaba dirigiendo un gran resort en el norte de la costa almeriense con más de 3.000 viviendas (1000 construidas y 500 en construcción), además de restaurantes, zonas deportivas y un club social, entre otras instalaciones. Un proyecto precioso, ideal para alguien como yo que ha trabajado toda la vida en el real estate. Vivía además junto al mar Mediterráneo, con un clima privilegiado, y bien pagado.
Por aquel tiempo estaba tratando de repatriar un dinero obtenido de la venta de una vivienda en Brasil, y que había comprado durante mi etapa anterior, cuando estuve cinco años trabajando allí. Todo eran problemas para traerme el dinero: me pedían un papel tras otro, además de un contable, un broker, cumplir con los requisitos del banco central, con los de Hacienda, e incluso tenía que desplazarme allí. Sinceramente, creo que está todo pensado para que sea fácil mandar dinero allí y difícil sacarlo. No era una cantidad tal que justificase todos esos gastos, por lo que me encontraba en una situación apurada.
Hablando de este problema con mi amigo Víctor, compañero de trabajo en aquel momento y sevillano de pro, me contó cómo él se había traído dinero desde China usando bitcoin en el año 2015. Confieso que no tenía ni remota idea de qué era aquello más allá de los clichés y las tonterías que (aún hoy) se podían oír en los telediarios: tráfico de drogas, lavado de dinero y trata de blancas. Me puse a estudiar aquello y, en menos de una semana había transformado mis reales brasileños en euros pasandolos por bitcoin. Fue una especie de revelación: ¿qué magia era aquella, en la que sin bancos e infinidad de intermediarios por en medio podía transferir y recibir valor?
El inicio de un largo camino
Sin dudarlo, me busqué un buen curso (encontré uno en el MIT) y me dediqué a aprender sobre blockchain, dedicando buena parte de mis fines de semana a estudiar. De aquellos estudios nacieron multitud de ideas pero, siguiendo aquel refrán de zapatero a tus zapatos, decidí ver qué aplicaciones reales podía tener esta tecnología innovadora y disruptiva en el real estate.
Empecemos por lo que más duele. El sector inmobiliario ha adolecido, históricamente, de algunos problemas, tales como:
- Barreras de entrada a pequeños inversores: ¿quién tiene 100.000 € para invertir en inmuebles?
- Dificultades de financiación para pequeños promotores inmobiliarios: tras la gran recesión, el crédito es escaso y reservado a los big players.
- Opacidad y falta de transparencia en las informaciones.
- Excesiva intermediación.
- Falta de liquidez.
- Ausencia de digitalización en los actores del sector.
Pues bien, precisamente la digitalización y el uso de herramientas como el crowdfunding*/crowdlending* y la blockchain daban respuesta a buena parte de estos problemas puesto que permiten, entre otras cosas:
- La fragmentación de la propiedad de los activos vinculados al inmobiliario, permitiendo la entrada a pequeños inversores. Esto es posible gracias al proceso tokenización (titulización digital de activos)
- Métodos de financiación alternativos para promotores inmobiliarios, con un papel destacado del crowdlending
- Seguridad y transparencia en la transmisión de información.
- Eliminación de intermediarios, al poder usar métodos de pago P2P con la seguridad de la blockchain.
- Incremento de la liquidez, al ser esos activos transmisibles en mercados secundarios.
En definitiva, esta tecnología tienen el potencial de resolver problemas muy graves dentro del sector. Una propuesta de valor sólida, pero nadie todavía había desarrollado.
Un propósito como guía de esta nueva aventura
Así pues, a finales de 2018 decidí sumarme a esta brisa fresca y estimulante que trae la digitalización en general, y el blockchain en particular, y dedicarme a hacer realidad la propuesta de valor de la tecnología de blockchain en el sector inmobiliario. Para ello decidí crear una start-up en la que poder conjugar todos mis conocimientos sobre el sector inmobiliario con la tecnología blockchain, y más específicamente con la tokenización de activos inmobiliarios: ese fue el nacimiento de Real Fund.
He comprobado desde entonces que, más allá de inversores esporádicos que entran al calor de las subidas de precios de las criptomonedas, la mayoría de las personas que entran en esta nueva economía quedan de alguna manera atrapadas de manera irremisible. Muchas de ellas abandonan (como es mi caso) sus ocupaciones más convencionales para entregarse con pasión al mundo blockchain y cripto.
La tecnología de blockchain trae consigo la promesa de la descentralización, de la seguridad, y de la transparencia. Permite intercambiar valor digitalizado sin recurrir a la confianza entre las partes (sólo hace falta verificar la transacción en la blockchain), siempre con unas reglas acordadas previamente. Las posibilidades de esta tecnología son tan estimulantes que pocos se resisten a ella, y más en tiempos en los que las instituciones empiezan a parecer poco fiables y la iniciativa personal y la autonomía son valores al alza. Y todo ello es posible desde la palma de tu mano, con tu teléfono móvil.
Y en esas estamos con RealFund. De un lado, queremos mejorar los canales y vías de acceso al capital para promotores, emprendedores y propietarios inmobiliarios, que ahora podrán poner en valor más fácilmente sus activos, tanto físicos como personales. Por otro lado, queremos dar la posibilidad de invertir en buenos negocios inmobiliarios a esa multitud de pequeños inversores a los que les gustaría participar de este mercado, pero a los que tradicionalmente les estaba vedada esta posibilidad.
Estos pequeños inversores podrán entrar en la inversión con cualquier capital, sabiendo en qué están invirtiendo exactamente y haciendo un uso responsable y autónomo de la gestión de su riqueza y de sus preferencias de rentabilidad/riesgo. Y todo ello sin tener que entrar en productos de inversión incomprensibles para la mayoría de los mortales, y fabricados en lugares donde escasea la preocupación genuina por el bienestar de sus clientes.
En resumen, en Real Fund trabajamos, junto con tantos otros que han sido abducidos por la belleza de la propuesta de la tecnología de blockchain, ampliando las bases de creación de crédito y riqueza.